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TCA

20/07/2024

LA CULTURA DE LA DIETA… ¿EN ESTRECHA COLABORACIÓN CON LA ACTIVIDAD DEPORTIVA?

En las últimas décadas y, de manera acentuada, durante la pandemia provocada por el COVID-19, se ha llevado a cabo una enorme sensibilización acerca de una alimentación saludable. Los beneficios multidimensionales de mantener una dieta equilibrada basada en este tipo de alimentos, son avalados por la evidencia científica. No obstante, si bien la finalidad de informar acerca de tal alimentación es preservar la salud de las personas mediante la mejora del sistema cardíaco, inmunológico o respiratorio, por ejemplo; en diversas ocasiones, esta sensibilización, atendiendo a la individualidad de cada caso, puede evolucionar a conductas restrictivas a nivel de ingesta alimentaria que predisponen al desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)

Cada vez se asocia más que un estilo de vida en el que tiene cabida el deporte, debe llevar implícito un régimen nutricional, por lo general, restrictivo. De hecho, a día de hoy, es poco frecuente ver a un deportista que haga actividad física sin cuidar su alimentación, únicamente por obtener la sensación de disfrute fruto de la liberación de endorfinas que provoca la actividad física. En el seno del alto rendimiento, los casos de TCA han aumentado significativamente en los últimos años, estimando la incidencia de TCA entre un 4.2 y el 39.2%.

En el mundo del culturismo y fruto de sus elevadas exigencias físicas/corporales, es frecuente observar la “Tríada de la atleta femenina”, término acuñado por el American College of Sports Medicine en 1992 y caracterizado por una desregulación o cese del ciclo menstrual, osteoporosis y trastornos de la conducta alimentaria.

Figuras públicas altamente activas en la red social de Instagram, como “The Saiyan Kiwi” y “KK Fit”, son deportistas femeninas que experimentaron tal triada y quiénes a día de hoy nos enseñan que una dedicación al deporte impregnada de valores como la constancia y la disciplina, puede ir de la mano de una alimentación consciente. Para ello, ambas figuras incluyen la perspectiva psicológica en el contenido de sus redes sociales, atenuando las múltiples etiquetas negativas socialmente atribuidas a macronutrientes como los carbohidratos, omitiendo cantidades exactas de kcal ingeridas por ellas con el fin de reducir el impacto de tal información en los receptores de la información y, en consecuencia, posibles fijaciones respecto a la cuantía máxima de kcal que el consumidor del contenido debe ingerir; o sensibilizando acerca de las consecuencias físicas que una inestabilidad emocional fruto de exigencias corporales puede conllevar.

Evidentemente, esto depende del objetivo deportivo o estético que cada deportista tenga. No obstante, debes saber que, si tal objetivo conlleva conductas restrictivas respecto a la ingesta alimentaria debes saber que:

Cualquier comportamiento obsesivo respecto a la ingesta alimentaria, el ser mujer o presentar rasgos de personalidad perfeccionistas, constituyen factores de riesgo para el desarrollo de un TCA.
Prestar especial atención a cómo evolucionan mis emociones, actitudes, pensamientos y mis creencias respecto a la nutrición a lo largo de la trayectoria deportiva, es fundamental para prevenir problemas psicológicos de elevado calibre.
El TCA en los hombres, en general, es más grave por la tardía detección y por la presencia de más trastornos comórbidos.
Por ello, en respuesta a la pregunta formulada inicialmente, afirmamos que, si bien ambas variables trabajan en continua colaboración, es posible desligarse de la cultura de la dieta consumiendo contenido que permita tomar contacto con la verdadera realidad y que no constituya un factor de riesgo para el desarrollo de un comportamiento obsesivo respecto a la alimentación y, en consecuencia, de un TCA.

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Sonia Garey
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