La Navidad es la época del año con mayor capacidad para estimular múltiples emociones, a veces incluso de manera simultánea, como la alegría, la nostalgia, la inquietud y el estrés. Todas válidas, significativas y respetables. De hecho, los datos registrados por la Encuesta Social Europea, sugieren que las personas declaran un menor bienestar emocional en Navidad.
En ocasiones, esta nostalgia viene precedida por el recuerdo de las Navidades que pasábamos siendo niños/as. No obstante, la intensidad de tales recuerdos, viene determinada por la inmadurez de la corteza prefrontal, permitiendo entonces, una mayor capacidad imaginativa y, por ende, aceptación de ideas mágicas, una menor regulación y mayor intensidad emocional.
En estas fechas, se polariza tanto la realidad, que parece que debido a lo que la sociedad nos impone, no pueden tener cabida otro tipo de emociones como la tristeza o el enfado. Nuestras emociones y estado de ánimo en estos momentos, todas válidas y respetables, dependerán en parte de nuestra situación presente, de vivencias experimentadas recientemente y de la presencia o ausencia de vínculos significativos.
Teniendo en cuenta esto te recomiendo que, aunque no puedas celebrar o disfrutar de las fiestas como quisieras, planifiques modos de actuación acordes a tu situación personal, para dar espacio a emociones un poco más agradables que permitan una mayor adaptación a la época presente.