COVID-19 y su impacto psicológico

Brote psicótico.. ¿cómo se vive desde la postura del paciente?

04/11/2024

La psicosis no es exclusiva de un trastorno, sino que su aparición tiene lugar en una serie de categorías diagnósticas. Los rasgos característicos de estos trastornos incluyen una serie de alteraciones que se presentan en forma de distorsiones de la realidad cognitiva, como es el caso de los delirios; distorsiones de la esfera perceptiva, como el caso de las alucinaciones; pensamiento y discurso desorganizado, comportamiento psicomotor anómalo y síntomas negativos (retraimiento social, aplanamiento afectivo, anhedonia, etc.)

Los síntomas positivos son definidos como un exceso o distorsión de las funciones normales. Incluyen, además del pensamiento y comportamiento desorganizado, los síntomas psicóticos más destacados que conllevan una pérdida de contacto con la realidad y que indican la presencia de un trastorno mental grave, estos son, los delirios y las alucinaciones.
La prevalencia de por vida de los trastornos psicóticos ronda el 2-3% de la población adulta y aumenta durante la adolescencia, padeciendo uno de cada 500 jóvenes, un trastorno psicótico. Alrededor de un tercio de los adultos informan de un inicio de la enfermedad antes de los 20 años. El inicio de los síntomas psicóticos suele tener lugar en la adolescencia y el curso del trastorno es, con frecuencia, crónico y recurrente. Las mujeres presentan un comienzo de la enfermedad más agudo y más tardío, teniendo una probabilidad doble de desarrollar esquizofrenia de inicio tardío, esto es, después de los 45 años. No obstante, suelen presentar rasgos previos de personalidad esquizoide y paranoide. En los varones, el diagnóstico no sobrepasa los 26 años.

Todos los trastornos psicóticos tienen un componente genético, a pesar de que no existe evidencia acerca de la implicación absoluta de un único gen en la etiología de dichos trastornos. El modelo de neurodesarrollo de la esquizofrenia propone que su etiología reside en la conexión errónea en la organización de los circuitos neuronales durante el desarrollo cerebral. Por su parte, el modelo de vulne- rabilidad-estrés señala una serie de factores de riesgo de tipo orgánico y psicosocial que interaccionan con el factor genético y que pueden actuar como precipitantes de dicho trastorno incidiendo, además, en el peor pronóstico evolutivo de la enfermedad. Estos factores pueden ser, entre otros, el consumo habitual de sustancias, el padecimiento de una enfermedad física grave, un historial de trauma u otra fuente de estrés psicológico, el género masculino, el diagnóstico de un trastorno generalizado del desarrollo o un bajo funcionamiento premórbido.

El tratamiento del paciente psicótico con una gravedad moderada de la enfermedad, se distinguen tres fases: fase aguda, subaguda y de remisión. En función de la fase y del cuadro clínico, el tratamiento será adaptado para lograr la máxima eficacia. El tratamiento garantizará, dentro de lo posible y en función del riesgo asociado, la libertad de la persona. Debe incluir medicación antipsicótica, esencial para lograr la máxima efectividad, disminuir los síntomas psicóticos y prevenir recidivas; e intervenciones psicosociales que contribuyan al éxito de la recuperación.

A es una paciente con un historial de brote psicótico que, a día de hoy, presenta una recuperación exitosa con un funcionamiento adecuado en cada una de las esferas de su vida pero que, en su día, sufrió las consecuencias de la estigmatización que existe en la actualidad respecto al espectro psicótico. A continuación, nos cuenta su caso e historia personal:

S: ¿Cómo y cuándo fue el primer episodio psicótico que tuviste? ¿Pasaste por algún acontecimiento vital estresante que propiciara tal respuesta?
A: En la pandemia provocada por el COVID-19 estuve bastante estresada por motivos laborales, teniendo comportamientos excesivamente orientados a tal ámbito; y por el fallecimiento de un familiar cercano. Estuve con períodos de ansiedad y depresión sin tratar y mal gestionados durante casi un año, que desembocaron en un episodio psicótico. Además, por acontecimientos vitales anteriores, mi mochila emocional ya era algo pesada.

S: ¿Cómo viviste ese primer brote psicótico a nivel de sensaciones, pensamientos, emociones, conductas…?
A: Fue duro porque no era consciente de lo que me estaba pasando, vivía en otra realidad, asociando cosas y acontecimientos que no tenían nada que ver entre si, pero en mi cabeza era como si todo fuese lógico y real. Me distancié de mucha gente por miedo y pensamientos disfuncionales acerca de su intencionalidad, mi conducta era extravagante y desinhibida en referencia a mi personalidad habitual, que es mucho más reservada.

S: ¿Cómo recuerdas tu estancia durante el ingreso y hospitalización?
A: La estancia durante el ingreso fue difícil, pero la verdad es que tengo pocos recuerdos, el cerebro es sabio. Sí recuerdo que no es lo que se puede imaginar la gente en base a la visualización de películas, por ejemplo, que distorsionan un poco la realidad, por lo menos, en mi caso. Se mantienen rutinas, se hacen actividades y hay espíritu de grupo. Lo que fue difícil a la hora de gestionarlo y frustrante para mí, fue tener que estar unos días sin poder salir del hospital.

S: ¿Sufriste las consecuencias del estigma asociado a los episodios psicóticos? Si es así… ¿de qué forma?
A: Sí sufrí consecuencias en el entorno laboral, no con mi familia ni con mis amigos cercanos. Detecté un distanciamiento y comportamientos verbales y no verbales tras mi reincorporación que indicaban que gran parte de las personas que conforman mi entorno laboral era víctimas del estigma asociado a tal episodio, lo que me provocó alguna que otra emoción desagradable. Por otra parte, mi familia siempre me mostró conductas de apoyo y ayuda continuada, lo que en su día llegó a generarme frustración, percibía que me victimizaban tras esta vivencia.

S: ¿Qué crees que ha sido lo más importante en tu recuperación en términos de ayuda? ¿Echaste algo en falta?
A: Creo que lo más importante fueron mis ganas de salir adelante y mi motivación por hacer cosas para recuperarme y poder volver a mi vida habitual cuanto antes, además de seguir el tratamiento indicado durante un tiempo e ir a terapia psicológica para entender las circunstancias que me llevaron a experimentar el brote psicótico, prevenirlas de cara a un futuro y adquirir herramientas para la gestión de situaciones problemáticas. La verdad es que me recuperé rápido.

S: ¿Qué emociones tienes asociadas a tal experiencia? ¿De que forma determinan tu persona actual?
A: Pues tengo asociadas emociones de vergüenza, sobre todo por esos comportamientos extravagantes que comentaba anteriormente y que se desvían un poco de las “normas sociales”; y culpa. Pero al mismo tiempo, hoy en día también soy capaz de verle la parte positiva y ver que este episodio me aportó que hoy sea una persona más fuerte y resiliente y también más concienciada con la salud mental.

S: ¿Qué le dirías a una persona que se encuentre o haya pasado por una situación parecida?
A: Le diría que intente buscar ayuda lo antes posible, aunque a veces sea difícil darse cuenta, pero es necesario escuchar a las personas que te conocen bien y seguir su consejo en el caso de que vean algún cambio extraño de comportamiento. Y ¡mucho ánimo!, porque al final te vas a recuperar y volverás a ser tú, pero mejor, porque valorarás las cosas realmente importantes.

S: En la actualidad… ¿tienes en cuenta los posibles factores que influyeron en el brote y te centras en una gestión más adaptativa de los mismos o entiendes que no es necesario vivir con esa “alerta”?
A: No vivo alerta, pero sí que soy consciente de los desencadenantes. Intento cuidarme y llevar una vida sana para evitar que se produzcan: una alimentación sana, deporte de vez en cuando, descansar bien, rutinas de autocuidado para la gestión del estrés, etc.

¡Muchísimas gracias por contarnos tu experiencia A! Es admirable la resiliencia que muestras tras esta vivencia personal.

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Sonia Garey
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